Por: Angélica Rodríguez
Equipo GAMAmxac
Las investigaciones actuales y los esfuerzos sociales nos están permitiendo detectar a niñas y niños con condiciones del neurodesarrollo en los primeros 5 años de vida (infancia temprana). Además, en los servicios de atención se están implementando ya intervenciones para estos pequeños.
Un concepto importante en las intervenciones tempranas es el de plasticidad cerebral. La plasticidad cerebral puede definirse como la capacidad del cerebro para cambiar su actividad, al reorganizar su estructura y conexiones. Estos cambios pueden darse no solo por factores internos (como, en general, lo que dictan nuestros genes) sino también por factores externos, del ambiente.
Por ejemplo, algunos estudios se han realizado con animales no humanos, (e.g. roedores de laboratorio), a edades tempranas, exponiéndolos a un ambiente “enriquecido”, con oportunidades de estimulación motora, sensorial y socioafectiva. Estos roedores mostraron algunos cambios favorables (por ejemplo, motores). Además, al estudiar los cerebros y las células cerebrales (neuronas) de estos animales en ambientes enriquecidos, se observó que tendían a mostrar mejores características en sus estructuras.
Se ha propuesto que fenómenos similares ocurren en los humanos. Nuestro cerebro, y las consecuentes habilidades de aprendizaje y conducta, pueden favorecerse por la interacción con el medio ambiente. Si bien hay que considerar que siempre es un buen momento para aprender e iniciar intervenciones, las edades tempranas son un momento crítico y especialmente importante. Diversos estudios confirman que en edades tempranas el cerebro y las redes neuronales están en formación, por lo que es aún más plástico, y los circuitos que lo conforman son más sensibles a la estimulación del ambiente, teniendo un impacto importante en su desarrollo.
Incluir al autismo dentro de las condiciones del neurodesarrollo nos indica dos grandes características: la primera, que hay diferencias en la manera en que está conformada el cerebro (neuro), y la segunda, que estas diferencias (y las manifestaciones conductuales) se pueden manifestar desde edades tempranas (desarrollo).
Existen diferencias en varios aspectos de la conformación del cerebro de las personas con autismo¹, sin que se establezca una conformación específica para el amplio espectro autista. Por ejemplo, se han realizado estudios en cuanto al tamaño, la estructura y las variaciones con relación a zonas del Sistema Nervioso Central. Asimismo, se continúan investigando las posibles alteraciones en los neuroquímicos, la estructura de las neuronas, la forma en que estas se conectan (conecto la) y, al final, en que hacen funcionar al cerebro.
Reconocer que hay un neurodesarrollo diferente, atípico, nos permite identificar sus propias cualidades, para valernos de la plasticidad cerebral de los niños con autismo a edades tempranas, considerando el impacto significativo de la intervención sobre el desarrollo humano y las funciones neurológicas implicadas.
Como hemos mencionado en otras ocasiones, no se trata de “normalizar” a las personas neurodiversas, ni considerar al neurotípico como estándar de la humanidad. El objetivo consiste en que, al mismo tiempo que trabajamos para hacer del mundo un ambiente amable para el neurodiverso y respetando la neurodiversidad de las personas, buscamos fomentar habilidades que les permitan enfrentarse tal mundo, considerando un currículo con varias áreas de trabajo.
Tomando muy en cuenta la poderosa plasticidad cerebral en edades tempranas, las doctoras Sally J. Rogers y Geraldine Dawson, del Instituto MIND de la Universidad de California, desarrollaron el Modelo Denver de Atención Temprana para niños pequeños con autismo (que llamaremos simplemente “Modelo Denver”). Éste aborda un currículo sistematizado y estructural enfocado en niños entre los 12 meses y los 4 años de edad.
El Modelo Denver considera varias áreas del desarrollo. Por ejemplo, lo que el niño comprende, y lo que el niño expresa, de manera hablada o gestual, las habilidades sociales (p.e., atención conjunta, interacción con sus pares y con los adultos), de imitación, de juego, de motricidad fina y gruesa, y de autocuidado.
Además, tiene en consideración la importancia del trabajo en equipo, invitando a profesionales en Psicología, Medicina, Educación, Terapia Ocupacional y del Lenguaje, así como a la familia de los niños y niñas con autismo, a colaborar y compartir en pro del desarrollo de los niños y niñas a los que atienden.
Entre los varios puntos fuertes del Modelo Denver, encontramos las bases didácticas del mismo. Modelo Denver se considera una intervención naturalista de la conducta. La noción de “naturalista” implica que las habilidades se enseñan dentro de un contexto más flexible, más natural. No es lo mismo enseñar a un niño a que memorice los números mientras está sentado en la silla, a estar de pie con él, bailando, jugando, y cantando los números, por dar un ejemplo.
De la mano con lo anterior, el entorno natural se acompaña fuertemente del afecto compartido. Sabemos que los niños con autismo pueden sentirse menos interesados por interactuar con las personas. No buscamos obligarlos a interactuar y que la acción se torne forzada. Lo que buscamos, más bien, es que las personas, como ambiente social, se hagan más llamativos o “reforzantes”. Muchas de las cosas que aprendemos (por ejemplo, la comunicación) mayoritariamente las debemos aprender mediante la interacción con otras personas.
Teniendo un ambiente, actividades, y disposición adecuada de las personas hacia el niño, podemos iniciar una rutina de acción, conjunta. No es lo mismo, por ejemplo, que el niño logre armar un rompecabezas él solo, a que lo arme en compañía de mamá, o de otro niño: en el segundo caso, además, podemos trabajar muchas cosas como toma de turnos, comunicación intercambio gestual, intercambio afectivo, etcétera. Una parte importante, pues, de la esencia del Modelo Denver, es buscar que la actividad sea compartida.
Otro punto fuerte del Modelo Denver es que, al llevar un currículo, podemos llevar un control más claro de los avances del menor. Para ello, evaluamos los avances del pequeño considerando no solo lo que observamos en un consultorio, sino lo que la familia y otras personas (por ejemplo, en la escuela) refieren del niño. Buscamos que el avance tenga un impacto realmente útil, que el niño lo pueda aplicar.
El Modelo Denver ha demostrado su eficacia al explorarse en la investigación científica. Se han observado ganancias en la adquisición de varias habilidades, como la comunicación, habilidades intelectuales, e incluso de la respuesta cerebral ante los estímulos sociales. Los investigadores siguen trabajando y encontrando evidencia a favor del Modelo Denver en distintos estudios, replicándose alrededor del mundo.
En GAMA A.C. siempre invitamos al trabajo colaborativo y respetuoso, basado en la evidencia, en pro de las personas con autismo y otras condiciones del neurodesarrollo.
1 Como muchos aspectos en el campo de la investigación sobre autismo, los resultados de algunos estudios no se observan en la totalidad de los participantes. No quiere decir que necesariamente la persona con autismo en quien estés pensando tenga absolutamente todas las características. Sin embargo, dado que la investigación científica exige validez y rigor, sólo los resultados con cierta confiabilidad y probabilidad son los que se publican y divulgan.
Psic. Angélica Rodríguez
Equipo GAMAmxac
En diciembre del 2020 el equipo de GAMA tomamos el curso para certificarnos en el «Modelo Denver».
Si no tuviste la oportunidad de ver la trasmisión en vivo del #GAMAlive el viernes 22 de enero de 2021 aquí te dejamos el enlace al video de Modelo Denver de Atención Temprana.
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Referencias:
Kolb, B., & Gibb, R. (2011). Brain Plasticity and Behaviour in the Developing Brain. Journal of the Canadian Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 20(4), 265–276.
Mateos-Aparicio, P., & Rodríguez-Moreno, A. (2019). The Impact of Studying Brain Plasticity. Frontiers in Cellular Neuroscience, 13. https://doi.org/10.3389/fncel.2019.00066
Inguaggiato, E., Sgandurra, G., & Cioni, G. (2017). Brain plasticity and early development: Implications for early intervention in neurodevelopmental disorders. Neuropsychiatrie de l’Enfance et de l’Adolescence, 65(5), 299–306. https://doi.org/10.1016/j.neurenf.2017.03.009
Fuller, E. A., Oliver, K., Vejnoska, S. F., & Rogers, S. J. (2020). The Effects of the Early Start Denver Model for Children with Autism Spectrum Disorder: A Meta-Analysis. Brain Sciences, 10(6), 368. https://doi.org/10.3390/brainsci10060368
Rogers, S.J. & Dawson, G. (2018). Modelo Denver de atención temprana para niños pequeños con autismo. Autismo Ávia.
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