Por: Angélica Rodríguez
Equipo GAMAmxac
El desarrollo es un proceso maravilloso. Involucra las varias áreas del desenvolvimiento de las personas. Además, implica no sólo “aumentos”, sino cambios en general, con cualidades particulares.
El desarrollo: típico, demorado y atípico
Podemos explicar que el desarrollo típico, es el aproximado al que la mayoría de los niños y niñas presentan. Los hitos del desarrollo se alcanzan alrededor de ciertos momentos, con cualidades “normales”.
Por otra parte, existe el desarrollo demorado. Es decir, las cualidades de los hitos son normales, pero se alcanzan en momentos posteriores a la mayoría de los menores.
Finalmente, encontramos el desarrollo atípico. Esto quiere decir que no sólo puede haber una demora al adquirir los hitos del desarrollo, sino que las características de dichos hitos son significativamente distintas a las de la mayoría de las y los pequeños. Es aquí donde se suscriben buena parte de los trastornos del neurodesarrollo, como lo es el trastorno del espectro autista (TEA).
Hacemos énfasis en diferenciar lo “atípico” y lo “demorado”. En varias ocasiones se han escuchado casos de profesionistas que señalan que el niño o la niña solo “tiene una demora en el lenguaje”, por ejemplo, y que “ya hablará”. O que tiene un “retraso en cierta área”, sin considerar las cualidades atípicas de estas condiciones.
TEA en edades tempranas
Debemos considerar al Espectro Autista, como una condición amplia del neurodesarrollo, que considera alteraciones en diferentes áreas. Incluso en edades tempranas antes del año de edad, ya podemos encontrar datos de alteraciones del desarrollo que podrían perfilar para el diagnóstico de TEA.
A los 6 meses suelen prestar poca atención a las personas. No se emocionan mucho en presencia de sus cuidadores. Asimismo, cuando un cuidador extiende los brazos para cargarles, puede ocurrir que no adopten una postura anticipatoria (como extender también los brazos).
De los 6 a los 12 meses, no buscan visualmente a las personas. Propositivamente pueden alejar su mirada de la gente, en ocasiones evitan el contacto visual o es muy breve. Puede haber cierta resistencia a que lo cargue. Asimismo, en este periodo algunos reportes indican que ciertos niños y niñas presentan estereotipias, es decir, movimientos repetitivos, como el aleteo, dactileo, o mover la cabeza sin una intención específica. Además, es común que presenten pocas expresiones faciales, relacionadas con emoción, con mayor dificultad en regular sus estados de enojo o tristeza.
De los 12 a los 24 meses suelen mantener distancia con otras personas. Sus expresiones de afecto son menores comparadas a las de otros niño/as. Las actividades aparentemente pueden ser no dirigidas (como tirar un objeto una y otra vez). Es aquí donde varios cuidadores recuerdan una señal importante, porque observan que el o la menor no ha desarrollado lenguaje. Para este periodo se esperaría la aparición y un aumento importante en el número de palabras, que puede no ocurrir en el caso de menores con TEA, y busca otras formas para comunicar lo que quiere.
A los 24 meses se han reportado “regresiones” en el desarrollo. Es decir, en algunos casos el niño/a pequeño llevaba un desarrollo “típico”, alcanzando los hitos esperados en todas las áreas. Y en un periodo breve, deja de realizar estas conductas hito. Por ejemplo, los menores que normalmente emitían ya algunas palabras para pedir cosas, dejan de expresar las palabras y de hecho muestran poca intención de comunicarse. Es importante destacar que en cualquier momento que el infante pierda habilidades que ya había logrado como comunicar, desplazarse, interactuar con otros adultos o personas de su edad, así como disminuir los intereses que anteriormente tenía es un signo de alarma, por lo que es importante atender ante cualquier regresión o estancamiento del desarrollo.
Observación integral
Algunos cuidadores reportan preocupación por conductas que no son exclusivas del TEA. Por ejemplo, algunas personas con TEA presentan alteraciones sensoriales desde muy pequeñas. Estas pueden manifestarse como aversión a ciertas texturas, alimentos, a las luces, al ruido, a los movimientos bruscos, o, por el contrario, la búsqueda de dichas sensaciones.
De igual forma, algunos signos tempranos se refieren a las alteraciones en la regulación. Por ejemplo, en edades tempranas hay demoras motoras, problemas alimenticios, dificultades en el sueño, periodos muy cortos de atención, interacciones limitadas o cambios repentinos de las emociones entre otros.
En varios casos, cuando aplicamos una escala integral del desarrollo (como la Escala de Vineland), observamos varias áreas. Vemos que normalmente las habilidades del lenguaje y de la socialización suelen estar significativamente menos desarrolladas que las de otras áreas, como las habilidades motrices finas y gruesas. Entre otras razones, por ello debemos fijarnos en el desarrollo general del menor.
Buscando certeza
Es importante tener en cuenta estas manifestaciones de desarrollo atípico. Hoy día existen herramientas válidas y confiables que pueden detectar la probabilidad de TEA desde los 12 meses. Además, en varios casos, estas herramientas pueden dar un diagnóstico formal a partir de los 31 meses, tal es el caso de la ADOS-2 o la Entrevista CRIDI. Es importante que las apliquen profesionales con conocimientos comprobables en TEA.
Si observas estas u otras muestras de desarrollo atípico, es adecuado acudir ante profesionistas capacitados, para una mejor orientación.
El Grupo de Atención Multidisciplinaria para el Autismo y el Neurodesarrollo, GAMA A.C., forma parte de Autismo Ciudad de México, que cuenta con diversas asociaciones de especialistas capacitados estamos para apoyarte.
Por: Angélica Rodríguez
Equipo GAMAmxac
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Referencias:
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