Por: Melissa Barrios Gutiérrez
Día a día requerimos de funciones como planear nuestro día, lograr encontrar otra ruta cuando el camino por el que vamos está cerrado o incluso planear una gran fiesta. Aun cuando nos parezcan cosas tan sencillas, hacer este tipo de actividades requiere de procesos cognitivos que nos capacitan para llevarlas a cabo de forma adecuada.
Las funciones ejecutivas (FE) son procesos de alto nivel que nos permiten realizar y cumplir nuestros objetivos; es decir, aquellas actividades mentales necesarias para planificar, organizar, revisar, guiar, tomar decisiones, encontrar soluciones y evaluar nuestro comportamiento de forma continua y que se pueden reflejar en el aprendizaje.
Hace unos días revisé un artículo que hace referencia a este tema y el cual me pareció importante compartir con ustedes al considerar factores que pueden perjudicar el desarrollo de dichas funciones en nuestros pequeños.
Históricamente, el constructo de funciones ejecutivas se derivó de las observaciones de daño en la corteza prefrontal con las investigaciones de Luria (1966). Sin embargo; las investigaciones subsecuentes han apoyado dicha teoría y la han ampliado. Se ha encontrado que a pesar de que varias regiones de la corteza prefrontal participan en las FE, estas son sólo partes de una red más compleja, involucrando circuitos neurales, a la corteza prefrontal y otras regiones cerebrales.
Lo anterior, es sumamente interesante ya que se ha identificado que se pueden activar diferentes zonas dependiendo si la tarea se realiza en contextos emocionalmente neutrales o si se requiere que se realice en una situación que tenga componentes emocionales (Zelazo, 2020).
Con base en lo anterior, podemos señalar que las funciones ejecutivas juegan roles fundamentales en el aprendizaje, la regulación de las emociones y el funcionamiento social e incluso se ha identificado que el desarrollo de dichas funciones puede predecir una amplia gama de resultados en el rendimiento escolar y social en la adolescencia y adultez; sin embargo, el desarrollo de dichas funciones también dependerá de las experiencias a las que los niños estén sometidos.
Como parte de las estrategias que se proponen es que estas se estimulen en diferentes contextos, así como animando a los niños a realizar un proceso que involucre una reestructuración más reflexiva acerca de su ejecución: detectar el conflicto, considerar diferentes opciones y revisar sus ejecuciones, con el objetivo de aminorar las respuestas impulsivas y emplear el habla autodirigida para regular su comportamiento.
Dichas estrategias podrían ser útiles para ayudar a nuestros chicos a estimular las FE, que son realmente indispensables para su óptimo desarrollo.
Referencia:
Zelazo, P.D. (2020), Executive Function and psychopathology: A neurodevelopmental Perspetive. Annual Reviews, 9 (39): 14-24.
Melissa Barrios Gutiérrez
Maestría en Neuropsicología Clínica (en proceso de titulación)
Licenciada en Psicología por la UNAM. Cédula 08790317
Autora de artículos de divulgación en Revista Kids Emotion.
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