Nos miran

relatos cortos

Mientras espero mi turno para pasar a la toma de muestra de sangre, según yo, no tengo miedo, estoy tranquila, no me duele que me saquen sangre. Y ahí estoy en espera, en la fila, y cuando menos lo pienso estoy balanceando mi cuerpo, como arrullándome, sintiéndome en paz, y entonces me hago consciente de ello, y pienso en Iñaki, a veces movemos el pie, tamborileamos los dedos en la mesa y todo para mantenernos tranquilos y eso no se ve mal, y eso es “normal” y es justo así como calmamos nuestra ansiedad e inquietud. 

Ellos, los chicos con TEA saltan, se ríen, se balancean, aplauden, para hacer exactamente lo mismo, solo que en ellos es más notorio.Con Iñaki pasa que lo miran, y luego se voltean y lo vuelven a mirar, lo  inspeccionan, cuchichean sobre él y luego me miran a mi, alguna vez alcancé a oír que una señora le decía a otra: “¿por qué la mamá no le dice nada?” U otros decir “Ese niño parece que está loquito”.

Nos miran

Y entonces comienzan a juzgarte. Con el tiempo he aprendido a no engancharme, hay cosas que incluso  ya no le doy tanta importancia, como eso de que Iñaki salte, agite las manos, se dé ligeros golpecitos en su panza y luego en su cuello mientras brinca. Ya me acostumbre. Y ya ¡me vale lo que la gente diga! 

Es por eso que aquí donde se nos permite expresar lo que como padres o personas con TEA sienten y piensan, seguimos en nuestra “misión” por informar, por crear una conciencia, por hacer un mundo mejor, con respeto y empatía.

Porque eso de la tolerancia, ¿la tolerancia? Esa la aplico yo, cada día,  para seguir en este camino.

Analine, Mamá de Iñaki