Mientras espero mi turno para pasar a la toma de muestra de sangre, según yo, no tengo miedo, estoy tranquila, no me duele que me saquen sangre. Y ahí estoy en espera, en la fila, y cuando menos lo pienso estoy balanceando mi cuerpo, como arrullándome, sintiéndome en paz, y entonces me hago consciente de ello, y pienso en Iñaki, a veces movemos el pie, tamborileamos los dedos en la mesa y todo para mantenernos tranquilos y eso no se ve mal, y eso es “normal” y es justo así como calmamos nuestra ansiedad e inquietud.
Ellos, los chicos con TEA saltan, se ríen, se balancean, aplauden, para hacer exactamente lo mismo, solo que en ellos es más notorio.Con Iñaki pasa que lo miran, y luego se voltean y lo vuelven a mirar, lo inspeccionan, cuchichean sobre él y luego me miran a mi, alguna vez alcancé a oír que una señora le decía a otra: “¿por qué la mamá no le dice nada?” U otros decir “Ese niño parece que está loquito”.