Mariana, su terapeuta, recuerda con dulzura una anécdota en que al trabajar en terapia para modelar su tono de voz y su lenguaje corporal, ella simulaba tener miedo, esperando que él imitara su expresión, pero al verla, Gerardo se paró de la silla, la abrazó y le dijo «yo te protejo».
Así de inesperadas pueden ser las reacciones en el TEA. Por que las personas no son un conjunto de características listadas en un libro, son simplemente únicas y no obstante su condición, Gerardo demuestra que la empatía y la solidaridad, no le son ajenas, así como tampoco el sentido del humor y la creatividad, que nos comparte en sus viñetas.