Vamping y TEA ¿Cuánto tiempo pasas frente a una pantalla?
Vamping. Composición de imágenes de Canva y Pixabay

Vamping y TEA ¿Cuánto tiempo pasas frente a una pantalla?

Según el estudio realizado por la Facultad de Psicología de la UNAM:

«El uso de la tecnología en sí misma aumentó un 42 por ciento en época de confinamiento, lo que era antes la TV ahora es la tecnología. Lo que más se consume son: videos con 61 por ciento, juegos 60 por ciento, películas 57 por ciento, música 38 por ciento, redes sociales 26 por ciento.» (Villavicencio, junio 2020). 

Ya sea para trabajar, estudiar, comunicarnos  o por simple entretenimiento, hay que reconocer que la tecnología ha sido un gran aliado en esta época, pero también  ha agudizado consecuentemente algunos de los «problemas», como las consecuencias a la salud que el uso excesivo e «irreflexivo» del internet y las redes sociales puede traer consigo.  Uno de estos problemas, son las consecuencias que pueden tener para nuestra vista.

¿Qué es el Vamping?

Con este ilustrativo nombre, (combinación de Vampire + texting) podemos llamarle al pasar mucho tiempo frente a la pantalla de un dispositivo electrónico durante la noche.

El Vamping es común no sólo entre los aficionados a los videojuegos,  a chatear o textear,  o a estar mirando videos o checando sus redes sociales; en el celular, la tableta, alguna consola o la computadora, sino también entre las muchas personas que por estudio o trabajo lo llevan a cabo. El problema es que esta práctica tiene varias consecuencias para la salud:

Reducción de horas de sueño:

El sueño es el tiempo en el que nuestro organismo «se repara»; dormir adecuadamente es indispensable para que nuestro metabolismo funcione en condiciones óptimas. Al reducir nuestras horas de sueño, se emulan las consecuencias del insomnio, provocando alteraciones en el metabolismo que pueden traer como consecuencia: sensación de fatiga, ansiedad, depresión, obesidad,  envejecimiento prematuro, falta de concentración, irritabilidad, mayor probabilidad de presentar  diabetes, enfermedades cardiovasculares e hipertensión y en el caso de los niños, niñas y adolescentes, también puede afectar su crecimiento, ya que es durante el sueño cuando se segrega la hormona del crecimiento, durante el estadio de «ondas lentas».

Dormir un número suficiente de horas es necesario para consolidar las memorias, para tener un correcto proceso de aprendizaje y para el crecimiento y desarrollo cognitivos.

En el autismo,  el insomnio puede agravar los problemas de comunicación, interacción social, las alteraciones de conducta y la ansiedad. (Alonso, marzo 2018)

Quién duerme de menos, tiene a ser más susceptible a enfermedades porque su sistema inmunitario también se debilita.

Los niños, niñas y adolescentes deben dormir idealmente entre 8 y 12 horas.

«En los adolescentes lo más frecuente es una alteración del ritmo circadiano. Eso significa que sus horarios nocturnos o de dormir ‘se desplazan’ y tienden a acostarse más tarde. Esto en parte se debe a que su mayor secreción de la hormona melatonina (conocida como la ‘hormona vampiro’), se desplaza a horarios más avanzados». (Valiensi, 2019).

Además de desplazar su horario, muchos adolescentes pretenden «reponer sueño» los fines de semana, que no requieren despertarse temprano para cumplir con sus actividades escolares, pero si los fines de semana también tienen mucha actividad nocturna, van acumulando una «deuda de sueño» que puede tener consecuencias, más aún cuando hasta el 70% de los niños y jóvenes dentro del Espectro Autista presentan trastornos del sueño. Es importante que una o dos horas antes de dormir, los menores tengan actividades que ya no involucren pantallas y les ayuden a relajarse.

Daño a la salud visual:

El Instituto Nacional de Oftalmología advierte que la luz que emanan las pantallas de los dispositivos,  la cercanía a la que nos colocamos de éstos y la necesidad de estar enfocando imágenes continuas, dañan progresivamente la visión, especialmente la Retina, que es la encargada de recibir las imágenes y enviarlas a tu cerebro a través del Nervio Óptico.

Pueden producir  efectos de  visión borrosa o doble, ojo seco, sensibilidad a la luz, fatiga visual, dolores de cabeza e irritación de los ojos. 

Es por ello que se recomienda:

      • Limitar el tiempo frente a las pantallas.
      • No dormir cerca de aparatos electrónicos ni utilizarlos «a oscuras»; el efecto «cine» no es saludable, ya que se fuerza más la vista.
      • Que los espacios donde se utilicen las pantallas estén adecuadamente iluminados.
      • Parpadear periódicamente para mantener nuestros ojos humectados.
      • Seguir la regla de los veinte minutos para descansar la vista, (Cada 20 minutos, descansa tus ojos por 20 segundos, mirando hacia algún objeto situado a 20 pies o  6 metros de distancia aproximadamente.
      • Mantener una distancia prudente con tus dispositivos.
      • Las pantallas deben de situarse en un ángulo de 20° con respecto a tus ojos.

Durante la crisis sanitaria, según el citado estudio de la Dra. Villavicencio, el 64% de los encuestados, manifestó  haber alterado sus ciclos de sueño y estarse pasando por mucho, de su hora normal de dormir y en gran parte de los casos, ese tiempo extra se pasa frente a una pantalla.

Referencias:

Mendez F, Mendoza D, (18 junio 2020), Uso de la Tecnología durante el confinamiento. Recuperado de https://covid19comisionunam.unamglobal.com/?p=86914

Instituto Nacional de Oftalmología, (26, mayo, 2020), ¿Qué es el vamping y como afecta tu visión?. Recuperado de https://youtu.be/aoh6Dg0sPkw

Hacker, D (8 mayo 2020), Adolescentes y el sueño: cuáles son las consecuencias de dormir poco. Infobae. Recuperado de: https://www.infobae.com/tendencias/2019/05/08/adolescentes-y-sueno-cuales-son-las-consecuencias-de-dormir-poco/

Alonso, J., (19 febrero 2018),  Autismo y trastornos del sueño. Recuperado de: https://jralonso.es/2018/02/19/autismo-y-trastornos-del-sueno/

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